domingo, 28 de agosto de 2011

~Capítulo 24~m


Llegamos a las 19h. Justin se fue hacia su casa y yo hacia la mía. Llamé al timbre. Abrió mi madre.

-Alicia: ¡Laura! Por fin estás aquí. ¿Qué? ¿Lo pasaste bien?
-Yo: Sí, lo pasé genial. El mejor fin de semana de toda mi vida.
-Alicia: Me alegro, bueno, dame tu maleta y ve al salón, tienes una sorpresa.
-Yo: ¿Sorpresa? -le di la maleta y entré al salón.

No lo podía creer. Allí, en mi salón, estaban Raquel y Caro.

-Yo: ¡Raquel! -me tiré a sus brazos y le di un gran abrazo.
-Caro: Eh, eh, ¿y yo qué?
-Yo: Celosa. -susurré. Le di otro abrazo- ¡te quiero! Os he echado mucho de menos.
-Raquel: No esperábamos menos -reímos.
-Yo: ¿Y cuánto tiempo os vais a quedar?
-Caro: Pues no lo sabemos, hasta que nos eches.
-Yo: Entonces os quedáis para toda la vida, no os voy a echar jamás -las abracé.

Alguien carraspeó a nuestras espaldas. Me giré.

-xXx: ¿Y a mí? ¿A mí no me saludas?
-Yo: Carlos, ¿qué haces aquí?
-Carlos: Qué amabilidad -bromeó- he venido a verte, ¿acaso no puedo?

Carlos era el hermano de Raquel, tenía un año más que esta, diecinueve. Era bastante alto; tenía una gran musculatura, más que la última vez que lo vi; su pelo era corto y negro; sus ojos eran de un intenso marrón oscuro y tenía una perfecta sonrisa. Aparte de ser el hermano mayor de Raquel, también era mi ex novio. Me fue infiel.

-Yo: No, no puedes. Repito: ¿qué haces aquí?
-Carlos: Voy a estar aquí hasta que mi hermana se vaya.
-Yo: ¿Y si no quiero? Es mi casa.
-Carlos: Es de tus padres -me corrigió- y a tus padres siempre les he caído bien.
-Yo: Raquel, Caro ¿por qué le habéis dejado venir?
-Raquel: No teníamos dinero para venir.
-Caro: Y él dijo que nos pagaba el viaje si venía con nosotras.
-Yo: ¿Es por el dinero? Carlos, ¿cuánto te ha costado?
-Carlos: Laura, me da igual que me des el dinero, no lo voy a aceptar. Me voy a quedar aquí.
-Yo: Imbécil -lo insulté- pues búscate una habitación.
-Carlos: ¿No hay más habitaciones?
-Yo: No -negué.
-Carlos: Báh, no pasa nada. Puedo dormir contigo.
-Yo: Procura.
-Carlos: ¿Y en el sofá? ¿O también está ocupado?
-Yo: Haz lo que quieras, parece que no puedo mandar ni en mi propia casa -cogí a las chicas de la mano y subimos.

Entramos a mi habitación y nos sentamos en mi cama.

-Caro: Y... ¿qué tal con Justin?
-Raquel: ¿Os perdonasteis?
-Yo: ¡Claro! Ahora estamos genial. Es más, este fin de semana, me llevó a una casa que tiene justo en frente de la playa y...
-Raquel: ¿Y... qué?
-Yo: Bueno, ya sabéis, él, yo, nosotros...
-Caro: ¿Puedes especificar? -rió.
-Yo: Perdimos la virginidad.
-Caro: Pues como se entere tu padre, vas a tener que encontrarla -reímos.
-Yo: Creo que ya soy lo bastante mayor como para poder cuidarme yo solita.
-Raquel: Pues menos mal que ya no eres virgen, ya era hora.
-Yo: ¿Cómo que ya era hora? Cada cosa a su debido tiempo.
-Caro: Déjala, lo que pasa es que ella perdió la virginidad a los trece y cree que todo el mundo la pierde a los trece.
-Raquel: ¡A los trece no fue! Fue a los catorce -corrigió.
-Yo: No hay demasiada diferencia -reí.
-Raquel: Sí, sí que la hay -protestó como una niña chica.

La puerta se abrió.

-Yo: Mamá, déjanos un rato solas -me giré y vi a Carlos.
-Carlos: ¿Acaso me parezco a tu madre? -rió.
-Yo: ¿Qué quieres?
-Carlos: Un ferrari, una casa en la playa y un batido de fresa.
-Yo: Vale, ahora ¿te vas?
-Carlos: No, me quedo. Y, además, como estoy cansado, me tumbo en tu cama, ¿vale? -se tumbó sobre mi cama mirando al techo- Uno, dos, tres, cuatro, cinco...
-Yo: ¿Qué haces?
-Carlos: Contar cuantos segundos soy capaz de quedarme en tu cama sin que me eches.
-Yo: Fuera.
-Carlos: Dentro.
-Yo: ¡Carlos! ¡Que te vayas!
-Carlos: ¿Y si no quiero?
-Yo: Sí vas a querer.
-Carlos: No, no voy a querer. Lo único que quiero es tu amor -miré a Raquel y a Caro las cuales estaban encogidas de hombros- Laura, ¿quieres casarte conmigo? -bromeó.
-Yo: Eres irritante. ¿Te cuesta mucho salir de mi habitación?
-Carlos: Pues... no me cuesta nada, es gratis.
-Yo: ¡Carlos! ¿Qué c*ño quieres? -grité ya desesperada.
-Carlos: ¿Ahora mismo?
-Yo: No, hace tres años. Pues sí, qué quieres ahora -grité.
-Carlos: ¡Ah, era eso! No hacía falta gritar. Pues, hay unos niños abajo que preguntan por ti.
-Yo: ¡Venga, vamos a bajar! Seguro que quieren veros -les dije a las chicas.
-Carlos: ¿Y yo qué?
-Yo: ¿Qué? -miré a las chicas- bajad vosotras, ahora bajo yo.
-Carlos: ¿A mí no quieren verme?
-Carlos: ¿Por qué estás tan borde conmigo?
-Yo: No sé, se me ocurren unas cuantas respuestas.
-Carlos: Ah, ¿sí? ¿como cuáles?
-Yo: Primera: me fuiste infiel, pero eso es lo de menos, podría perdonarlo. Segunda: Te vi con mis propios ojos liándote con otra y tuviste la cara de negármelo. Tercera: Desapareciste, literalmente. Cortamos y desapareciste. Durante tres años estuve sin saber nada de ti, hasta hoy. Ah, y cuarta y más importante: eres irritante, prepotente e inaguantable. ¿Sigo?
-Carlos: Báh, son tonterías.
-Yo: Son tonterías para ti, pero para mí, no.

Escuchamos unos golpes en la puerta y ambos giramos la cabeza en esa dirección. Allí estaba Justin.

-Justin: ¡Princesa! -se acercó y me besó- ¿Qué tal?
-Yo: Pues... igual que hace unos treinta minutos, cuando llegué a casa de estar todo un fin de semana a solas contigo -lo besé- bueno, miento, estoy más cansada.
-Justin: ¿Cansada? ¿Por qué?
-Yo: Por él -señalé a Carlos.
-Justin: Hola, soy Justin, el novio de Laura, ¿y tú? -se presentó.
-Yo: Él es Carlos, el hermano de Raquel.
-Carlos: Y ex novio de Laura -completó. Le dio la mano a Justin en forma de saludo.
-Justin: Encantado de conocerte.
-Carlos: No puedo decir lo mismo.
-Yo: Justin, ¿has visto? Su amabilidad es contagiosa -dije sarcástica.
-Justin: Déjalo -me cogió de la mano.

Bajamos los tres al salón. Todos estaban hablando con Raquel y Caro a las que no veían desde hacía casi dos años.

-Yo: Eh, chicos -todos me miraron- este es Carlos -lo señalé- es el hermano de Raquel.
-Carlos: Y tu ex novio.
-Yo: ¿Vas a decirlo cada vez que te presente a alguien?
-Carlos: Tú siempre dices que soy el hermano de Raquel, ¿por qué no puedo yo decir que soy tu ex novio?
-Yo: No es que no puedas decirlo, es que lo veo innecesario.
-Carlos: Pues yo lo veo necesario, muy necesario -resaltó el “muy”.
-Yo: Pues, lo que iba diciendo -ignoré a Carlos- este es Carlos.

Me senté en el sofá y a los pocos minutos Caitlin se sentó al lado mía.

-Caitlin: Laura, Laura, cuéntame todo.
-Yo: ¿Todo?
-Caitlin: Sí, ¿qué hicisteis Justin y tú este fin de semana?
-Yo: Ah, eso -sonreí tontamente.
-Caitlin: Sí, eso. Vamos, cuenta.
-Yo: Vale, bueno, pues...
-Caitlin: ¿Pues qué? -me interrumpió.
-Yo: Pero no me interrumpas -reí.
-Caitlin: Vale, vale.
-Yo: Pues Justin -Caitlin asintió- y yo -volvió a asentir- mmm... eso, que... perdimos la virginidad.
-Caitlin: ¿QUE FOLLAST...? -le puse la mano sobre la boca.
-Yo: ¡Caitlin! ¿Te quieres callar? No hace falta que lo pregones por ahí.
-Caitlin: ¿Y lo hace bien?
-Yo: Caitlin, eso no te importa -reí.
-Caitlin: No lo hace bien, lo hace genial. Solo hay que ver tu sonrisa.
-Yo: Cállate -le golpeé el hombro.
-Caitlin: ¡Au! -se quejó- ¡no hagas eso!
-Yo: ¡Pues no me preguntes esas cosas!
-Caitlin: ¿Y a quién se lo pregunto? ¿a él?
-Yo: No lo preguntes. Ni a él, ni a mí -reí.
-Caitlin: Vale. Laura, ¿qué te pasa con Carlos?
-Yo: ¿Con Carlos? ¿el hermano de Raquel?
-Caitlin: Ajá.
-Yo: Pues nada, ¿qué me va a pasar?
-Caitlin: No sé, noto cierta tensión entre ambos. Sobretodo por tu parte.
-Yo: Bueno, sí. Es normal, ¿no? Es irritante. ¿No lo viste?
-Caitlin: Sí que lo vi, pero... algo más tiene que pasar. ¿Es verdad eso de que fuisteis novios?
-Yo: Sí.
-Caitlin: ¿Qué pasó?
-Yo: Nada.
-Caitlin: Laura, algo tuvo que pasar. ¿Por qué cortasteis?
-Yo: Nada, tonterías.
-Caitlin: ¿Qué tonterías?
-Yo: Dejé de quererlo y él dejó de quererme.
-Caitlin: Está más que claro que eso no es, cuando quieras me lo cuentas. Voy a saludar a las chicas -se levantó y se acercó a Raquel y a Caro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario