jueves, 13 de octubre de 2011

~NUEVA NOVELA~ [Enferma de amor] Capítulo 1->

Me dolía mucho la cabeza, era como si me estuvieran golpeando una y otra vez en la nuca, como si estuviera al lado de unos altavoces a todo volumen. El dolor era incesante. Todo estaba negro, cada pocos minutos podía distinguir algunas líneas blancas y luminosas de otras grises y apagadas. Creía que me moría, si es que no estaba muerta todavía. Escuchaba algunos sonidos, voces, tal vez. Pero no podía diferenciar unas de otras y no podía entender demasiado bien lo que decían.

-xXx: ¡Corred, va a despertar!

Escuché muchos pasos a mi alrededor, eran rápidos. Iban de una de las esquinas de la habitación a la otra. Eran pasos de alguien que estaba nervioso.

-xXx: A la de tres. ¡Una, dos y... ya!

¡PUM! Noté un calambrazo en el pecho, entreabrí un poco los ojos y vi una de esas placas que salen en todas las series de hospitales, sí, esas placas que sirven para reanimar a la víctima. Un momento, ¿me estaban reanimando?
Otra vez ese doloroso pinchazo en el pecho provocado por las placas. Sentía que me ahogaba. Empecé a toser sin control.

-xXx: ¡Vamos, vamos, traed una máscara de oxígeno! Necesita respirar.

La tos era horrorosa. Era como si cada vez que tosiera me rasgaran la garganta. A veces, creía que iba a sangrar.
Me colocaron la máscara para facilitar la entrada y salida de aire de mi boca.

-xXx: Bien, está fuera de peligro. Solo debe descansar.

Los pasos se alejaron hasta que dejé de oírlos y yo caí en un profundo sueño.

_______o_______

No sé cuanto tiempo dormí, pero estaba muy cansada. El cuerpo me pesaba demasiado. Alcé mi brazo para deshacerme de la máscara. La dejé caer al suelo. Abrí los ojos, y me incorporé. Me encontraba en una sala de hospital. Tenía las paredes pintadas de blanco, por la ventana entraban los rayos de las farolas de la calle que, a esa hora, ya estaban encendidas. La habitación era sencilla. Tenía una pequeña cama, en la que estaba sentada; una vieja tele, que estaba apagada y debía de llevar así bastante tiempo; el equipo médico y un pequeño lavabo. Me levanté y me dirigí a la ventana. Yo no recordaba por qué estaba ahí, pero, estar en un hospital no es nada bueno. Me asomé, en frente había un parque en el que había algún que otro chaval de mi edad. La luna brillaba en todo su esplendor, sino fuera porque estaba encerrada en una habitación de hospital sin motivo aparente, esa, sería una bonita noche.

-Yo: ¡Mamá, papá, Daniel! -las lágrimas no tardaron en caer por mi rostro- Dani, ¿dónde estás? ¿qué pasa? ¿Mamá? ¿Papá? -empecé a gritar, y al ver que no obtenía respuesta, me dejé caer de rodillas contra el suelo mientras mis llantos y sollozos llenaban aquella habitación.

La puerta se abrió y una mujer de mediana edad entró.

-Doctora: No grites, cariño, no llores. ¿Qué te pasa?
-Yo: ¿Qué... qué hago aquí?
-Doctora: ¿No recuerdas nada?
-Yo: No, creo que no, bueno, sí, sí recuerdo algo -dije con un cierto nerviosismo.

_______o_______

Estábamos, la doctora y yo, sentadas en la cafetería del hospital. Ella se estaba tomando un café y una magdalena. Yo no quería nada, pero ella insistió en que debía tomar algo, y me pidió una tila, dijo, para relajarme.

-Doctora: Lisa, ¿qué recuerdas?
-Yo: No sé, no estoy segura si lo que recuerdo es verdad o no.
-Doctora: Dime todo lo que creas recordar -tomó un sorbo de su café.
-Yo: Dani, mamá, papá y yo volvíamos de pasar unos días en el pueblo de vacaciones. Íbamos con el coche cuando, un motorista se cruzó por delante nuestra. Papá, que era el que conducía, giró el volante para no chocar contra la moto, pero, algo salió mal, ya que chocamos contra un árbol y después nos precipitamos por un barranco. Y, a partir de ahí, no recuerdo más.
-Doctora: Sígueme, creo que es mejor que te cuente esto en otro lugar, con menos gente -me cogió del brazo y tiró de mí.

Nos montamos en el ascensor rumbo a la planta de mi habitación. Planta número siete, habitación número 184. Entramos y me senté sobre la cama. La doctora me miró con tristeza.

-Doctora: Siento ser yo quien te diga esto, y siento tener que decírtelo así -cogió aire- Lisa, lo que tú me has contado, es cierto, ocurrió. Pero, hay una parte que tú no sabes porque te quedaste inconsciente. Tus padres, tu hermano Daniel y tú tuvisteis un accidente hace tres años, cuando tenías catorce, ahora tienes diecisiete. Tus padres -hizo una pausa- tus padres murieron en el acto -se acercó y me abrazó. Al principio no reaccioné, pero, pocos segundos después empecé a llorar. Al cabo de unos minutos, la doctora siguió hablando- y, Daniel, murió una semana después, pues estaba demasiado débil -yo estaba llorando, creía que iba a inundar la habitación con mis lágrimas- tú... tú te quedaste en coma hasta esta mañana que empezaron a darte impulsos nerviosos, lo que significaba que tendríamos que sacarte del coma o morirías -paró de hablar durante unos minutos en los que lo único que yo hacía era llorar- Lisa, discúlpame, pero creo que sería mejor que estuvieras sola y te puedas desahogar tranquila. Después acuéstate, mañana te informaré de adónde irás, pues ya no puedes vivir aquí. Buenas noches.

La doctora salió de aquella fría habitación dejándome sola en el silencio de la noche. Las lágrimas caían sin cesar. Quizá hubiera sido mejor que no me hubieran sacado del coma, que hubieran dejado que los impulsos nerviosos atacarán mi cuerpo hasta acabar conmigo. Hasta acabar con mi existencia.

_______o_______

Me levanté realmente pronto, pues no podía dormir. No todos los días te enteras de que has estado tres años en coma y has perdido a toda tu familia. Abrí la ventana y dejé que el viento chocara contra mi cara, ondeando mi pelo. Algunas lágrimas caían. Estaba sola, completamente sola. Me llevarían a la casa de alguna familia de acogida. Pero mi verdadera familia, ya nunca la recuperaría. Llamaron a la puerta, me enjugué las lágrimas y me senté en la cama.

-Yo: Pasa.

La puerta se abrió y entró la doctora del día anterior.

-Doctora: Lisa, en tres horas sale un avión a Canadá. Todas tus pertenencias se quedaron en tu antigua casa, que, bueno, ya la vendieron. Así que vístete.
-Yo: ¿Qué? ¿Canadá?
-Doctora: Sí, tienes familia allí.
-Yo: ¿Tengo familia allí?
-Doctora: Sí, ¿no sabías?
-Yo: No -negué.
-Doctora: Bueno, ya tendrás tiempo de presentarte allí y hacer amigos y -me miró- intentar llevar una vida lo más normal posible.
-Yo: ¿Normal? Esa palabra no existe.

Me vestí con la ropa que me había traído la doctora. Era ropa comprada en una tienda de recuerdos, esas tiendas llenas de camisetas, bolsos, postales... todo ello para los turistas. No me iba a quejar, bastante era que me hubiera conseguido algo de ropa.
Me puse los vaqueros cortos, las deportivas y la camiseta negra de “I love Madrid”
Bajé a la entrada del hospital y me monté en un taxi que me llevó al aeropuerto, donde cogí el avión con dirección Canadá. No iba a la capital, iba a un pequeño pueblo, Stratford.

_______o_______

-Azafata: Por favor, señores pasajeros, abróchense los cinturones, vamos a aterrizar. Esperamos que hayan disfrutado del vuelo. Gracias por confiar en nosotros para realizar este viaje.

Me abroché el cinturón y esperé a que el avión aterrizará en la pista. Una vez que aterrizó, bajé y fui a la zona donde se encontraban los familiares de los pasajeros.
Me senté en un banco y esperé. Aunque no sabía qué tenía que esperar. No sabía si vendría a recogerme alguien, y si lo hacía no sabía si sería chica o chico. De mi edad o mayor. No sabía nada.

-xXx: Perdona, ¿eres Lisa? -me giré y vi a una mujer de unos treinta y cinco años.
-Yo: Sí, ¿y tú?
-xXx: Soy Mery, la hermana de tu madre, tu tía.
-Yo: Ah, encantada -le di dos besos.
-Mery: Venga, vamos a casa.

Nos montamos en el coche. Por el camino no hablamos, es más, yo estaba muerta de vergüenza porque, aunque fuera mi tía, si nunca he hablado con ella, es vergonzoso.
Cuando llegamos había una chica en el jardín.

-Yo: ¿Es esa la casa?
-Mery: Sí, ¿por qué?

Era una casa muy grande, tenía dos plantas, un gran jardín, garaje, porche, piscina. Típica casa de película.

-Yo: ¿Quién es esa chica?
-Mery: Es Clara, mi hija.
-Yo: Entonces, ¿es... es mi prima?
-Mery: Sí, tiene la misma edad que tú, os llevaréis bien, seguro.
-Yo: No lo dudo.

Aparcó el coche en el garaje y nos bajamos.

-Mery: Lisa, ve con Clara para que te enseñe la casa y el barrio, yo voy a comprar. ¿Quieres algo?
-Yo: No, no te preocupes.
-Mery: No digas tonterías, te voy a comprar ropa que no tienes.

No le contesté. Mery se volvió a subir en el coche y se fue. Me acerqué a Clara. Tenía el pelo rubio y los ojos marrones al contrario que yo que tenía el pelo castaño y los ojos verdes. Estaba en la entrada de la casa dando vueltas de aquí para allá con el móvil en la mano derecha y cada dos por tres miraba si había recibido algún nuevo mensaje o llamada. Pero nada.

-Yo: Hola.

Clara se giró, me miró de arriba abajo y siguió a lo suyo.

-Yo: He dicho: Hola -dije ahora más alto. Clara seguía sin responder- ¡Clara! -esta vez me miró- soy Lisa.
-Clara: ¿Mi prima? ¿la de España? -asentí- ah, lo siento, no sabía que eras tú -se acercó y me dio un abrazo.
-Yo: Me ha dicho tu madre que me enseñes el barrio y la casa.
-Clara: Estoy esperando a mi novio, te enseño el barrio otro día y no creo que te pierdas en la casa -dijo mirando al otro lado de la calle esperando encontrar a alguien.

¡Qué borde! Pero bueno, era mi prima y conviviría con ella hasta que muriera.

-Yo: Claro, ¿cómo me voy a perder? Es una casa grande, en la que nunca he estado. No sé dónde está mi habitación ni nada, pero... no, no me perderé. No te preocupes, prima -ironicé un poco mi comentario.

Entré a la casa y di un portazo. Clara me siguió.

-Clara: ¡Lisa! ¿estás loca? ¿qué haces dando portazos?
-Yo: ¿Tú no sabes por qué estoy aquí, verdad? -grité. Ella negó con la cabeza- ¡pues no te interesa saberlo! -solté algunas lágrimas- si hubieras estado tres años en coma y tus padres y tu hermano hubieran muerto, seguro, que querrías que te tratarán con un poco de amabilidad, ¿no? -subí las escaleras- ¿cuál es mi habitación? -Clara me señaló una puerta y yo entré, me tiré al suelo y seguí llorando.

Escuché que alguien abría la puerta de la entrada. Yo continué con mis llantos.

-xXx: ¿Clara? -una voz masculina subía hacia la habitación- ¿estás llorando? A ver, sé que he llegado tarde, pero no es para tanto -seguramente era el novio de Clara- ¿puedo pasar? Bah, tonterías, sabes que voy a pasar.

La puerta se abrió y un chico de estatura media con el cabello castaño y los ojos claros, entró. Sería más o menos de mi edad.

-xXx: ¿Quién eres?

Lo miré a los ojos y después desvié mi mirada. Seguí llorando.

-Clara: Anda, Justin, vámonos es la estúpida de mi prima -lo cogió del brazo y tiró de él.
-Justin: No, espera un momento. ¿Por qué lloras? -clavé mis ojos en los suyos. Bien. Un poco de compasión- ¿tan impresionante es tenerme a apenas cinco metros? -¿Compasión? No.

No sabía a lo que se refería, pues no me parecía nada especial tenerlo delante mía.

-Yo: ¿Tendría que impresionarme?
-Justin: Mira Clara, si habla y todo -rieron.
-Clara: Primita, nos vamos. No dejes que entre ningún desconocido, eh -rieron y se fueron.

¿Primita? ¿No dejes que entre ningún desconocido? ¿Creen que soy una niña chica o qué? Tengo la misma edad que ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario