viernes, 4 de noviembre de 2011

[Enferma de amor] ~Capítulo 3~

Me vestí con el uniforme que Mery me había dado: una falda de cuadros, unos leotardos azul marino y un jersey verde. Tendría que ir al instituto por primera vez desde hacía ya tres años. Estaba un poco nerviosa, lo típico.
Cogí el cepillo y me lo pasé por mi cabello un par de veces. Me hice una coleta alta y me miré en el espejo. Aceptable.
Bajé a la cocina y cogí una manzana para desayunar. No tenía demasiada hambre. Me apoyé sobre la encimera y le di un mordisco. Mery y Clara estaban sentadas junto a la mesa, también desayunaban.

-Mery: Clara, acompañarás a Lisa a su clase, ¿no?
-Clara: No pienso acompañarla.
-Mery: Ya sabes lo que hablamos ayer.
-Clara: Pero mamá...
-Mery: ¡Clara, no protestes!
-Clara: Joder...
-Mery: Si vuelves a protestar, ya sabes qué pasará -le advirtió.

Clara no contestó y siguió desayunando.

-Mery: Adiós, chicas -puso su plato y su taza en el lavavajillas y se dirigió a la puerta- ¡Hasta la noche!

Tiré a la basura el resto de mi manzana y cogí la mochila.

-Yo: ¿Qué es lo que pasa si no me acompañas a clase?
-Clara: ¿Eh? -preguntó sin entender.
-Yo: Ya sabes... lo que tu madre te dijo.
-Clara: Ah, eso. Si no te acompaño, me quitará el móvil.
-Yo: ¿Tan importante es el puto móvil? -sacudí mi cabeza. No sabía cómo podía ser tan materialista- Yo ni siquiera tengo uno -protesté.
-Clara: Esta tarde, seguramente tengas uno.

No atendí a su comentario y abrí la puerta. Me apoyé sobre ella. Y parpadeé un par de veces.

-Yo: ¿Nos vamos o qué?
-Clara: No creerás que voy a acompañarte, ¿no?
-Yo: ¿Cómo? Pero si no te quitará tu móvil...¿no? -dudé.
-Clara: Si no se entera, no me lo quita -sonrió.

Salió de casa, cerró la puerta y pasó por mi lado. Se subió a su moto y se puso el casco.

-Yo: ¿Cómo coño llego yo al instituto? -grité.
-Clara: Búscate la vida -arrancó la moto y se largó.

Tiré la mochila al suelo. Empecé a andar en círculos en el jardín. Miré el reloj. Mierda, en diez minutos tenía que estar allí.
Comencé a caminar hasta el centro de la ciudad, al menos desde allí me sería más fácil llegar. Una vez estuve allí, me senté sobre un banco, no me daría tiempo.
Dejé la mochila a mi lado y suspiré. Primer día de clases y llegaba tarde. Empezaba bien el curso.

-xXx: Hola -dijo alguien. Miré y vi a una chica alta, de pelo rizado y oscuro y una tersa piel pálida. Llevaba el mismo uniforme que yo- ¿No vas al instituto?
-Yo: No sé cómo ir -respondí- Dentro de... -miré mi reloj- cinco minutos, cerrarán las puertas. Ya no me da tiempo a llegar.
-xXx: ¿Solo quedan cinco minutos? -preguntó alterada. Asentí- Bueno... voy al mismo instituto que tú, si quieres ven conmigo.
-Yo: Ya da igual. No llegaremos.
-xXx: ¡Ven! Estamos prácticamente al lado -tiró de mi mano y comenzó a andar.

En menos de un abrir y cerrar de ojos estábamos en el instituto. Tan solo estaba una calle detrás del centro de Stratford.

-Yo: Gracias -dije una vez entré a clase. La chica que me acompañó, también iba a mi misma clase.
-xXx: No hay de qué -dejó su mochila sobre una mesa- siéntate a mi lado, si quieres.

Dejé mi mochila en la mesa de al lado. Y me senté, acababa de sonar la sirena que indicaba el comienzo de la clase.

-xXx: Por cierto, soy Sofía.
-Yo: Yo Lisa.

Una mujer de, aproximadamente, cincuenta años, entró a la clase. Todos se callaron y se sentaron.

-Sofía: Es la Sra. Dawson, la profesora de francés. No te busques problemas con ella -susurró. Yo asentí.
Miró hacia los alumnos y me vio. Se acercó a paso lento, pero determinado. Me señaló.

-Sra. Dawson: ¿Quién es usted?

Yo estaba tan nerviosa que no era capaz de responderle. Las palabras no salían de mí. Sofía se percató de ello y acudió en mi rescate.

-Sofía: Es Lisa, una alumna nueva.
-Sra. Dawson: ¿Acaso es muda?
-Sofía: No -negó.
-Sra. Dawson: Sofía, la próxima vez que responda una pregunta que no va dirigida a usted, tendrá problemas, ¿entiende?
-Sofía: Sí, lo siento muchísimo, Sra. Dawson.
-Sra. Dawson: Usted, la de la mirada vacía. La que tiembla como un pequeño animalito indefenso, ¿quién es? -la miré y sí, se dirigía a mí.
-Yo: Soy Lisa, Lisa García, soy una alumna nueva -conseguí articular palabra.
-Sra. Dawson: No me habían informado de que había una alumna nueva -se quedó pensativa- Y bueno, Lisa, ¿de dónde viene?
-Yo: Madrid.
-Sra. Dawson: España, ¿eh? -especuló- Estuve allí hace un par de años.
-Yo: ¿Y qué te pareció?

Toda la clase se giró hacia mí. Yo no entendía por qué, miré a Sofía y también me miraba sorprendida.

-Sofía: Tienes que hablarle de usted. Además, el alumno nunca pregunta al profesor sobre temas que no tengan que ver con la clase -susurró.
-Yo: Oh, perdone. Yo... lo siento, no qu...
-Sra. Dawson: No se preocupe, no tiene mayor importancia -sonrió, o eso intentó- Vaya al despacho del director, tendrán que darle instrucciones, señorita García.

Me levanté y fui hacia el despacho. Golpeé un par de veces la puerta hasta que escuché al director decirme que pasara.

-Director: Buenos días.
-Yo: Buenos días. Soy Lisa García.
-Director: ¡Ah, sí! Me alegro de que esté aquí. Quería hablar con usted -asentí- Tome asiento -indicó. Me senté en una de las sillas que había frente a su mesa- Verá, como usted comprenderá, no puede entrar a una clase de segundo de Bachillerato, si lleva tres años sin ir a clases. Así que, dará las clases aparte, con un profesor para usted sola.
-Yo: ¿Como un profesor particular? -inquirí.
-Director: Algo así, pero en el colegio -explicó- Vaya a su clase, después la llamo.
-Yo: Vale.

Salí del despacho y me fui a la clase. Estuve allí mientras la Sra. Dawson daba clases de francés, prácticamente no entendía nada.
Pasada media hora alguien llamó a la puerta. Era el director.

-Director: Sra. Dawson, ¿puede Lisa salir?
-Sra. Dawson: Por supuesto.

Salí al pasillo con el director. Junto a él había otro chico. Alto, moreno, de ojos azules, y de unos veinticuatro años.

-Director: Este será su profesor.
-Yo: Soy Lisa -me presenté.
-xXx: Yo Dylan -sonrió. 

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