viernes, 10 de junio de 2011

~Capítulo 22~

Hacía una semana que Justin y yo, oficialmente, habíamos vuelto. Los demás ya lo sabían. Mi relación con David ya no existía, ni de novios ni de amigos. No es que yo no quisiera o que él no quisiera, era simplemente, que, después de ser novios durante dos años que ahora nos tuviéramos que tratar como amigos, se hacía raro. Pero aún así, ambos sabíamos que volveríamos a ser amigos, ya que, él intentaba acercarse a mí y yo a él

Iba dirección al parque de skate donde estaba Justin con los chicos. Me dijo que fuera a recogerlo y así nos dábamos una vuelta juntos.

Cuando llegué vi a David, Ryan, Chaz y Chris que ya se iban y Justin se despedía de ellos.

-Yo: ¡Justin! -se giró y me dedicó una bonita sonrisa, yo le respondí con otra.
-Justin: Princesa -se acercó y me besó- ¿vamos a la heladería?
-Yo: Claro -sonreí.

Cogió la tabla de skate con la mano derecha y cogió mi mano con la izquierda.

-Yo: Te quiero -lo besé en la comisura de los labios.
-Justin: ¡Hey, no hagas eso!
-Yo: ¿El qué?
-Justin: Besarme pero sin besarme.
-Yo: Justin, te explicas como nadie -reí.
-Justin: Sí, a ver, me has besado casi en los labios pero no en los labios, y eso no me gusta.
-Yo: ¿No te gusta que te bese casi en los labios?
-Justin: Sí, sí me gusta -sonrió- pero prefiero que me beses en otro sitio -lo miré sorprendida y luego empecé a reírme.
-Yo: ¿En otro sitio? -reí.
-Justin: ¡Laura, no seas malpensada! -rió.
-Yo: Malpensado tú por creer que yo he malpensado -reí.
-Justin: No repitas tanto las palabras, que me lío.
-Yo: Sí, debe resultarte muy complicado entender una oración en la que se repita una palabra -reí.
-Justin: Es que, me encantas -me abrazó con fuerza.
-Yo: Y tú a mí -lo besé, en los labios.

Llegamos a la heladería. Era muy alegre. Tenía un gran cartel lleno de color en el que se podía leer “Heladería Los Ángeles” En la pequeña terraza había muchas mesas blancas que estaban acompañadas por unas cómodas, o eso parecían, sillas naranjas. Cada mesa tenía una sombrilla blanca y naranja.

-Justin: Laura, siéntate allí -señaló una mesa- voy a pedir, ¿qué quieres?
-Yo: Ay, Justin, voy yo, que sé pedir perfectamente.
-Justin: Solo era por educación.
-Yo: Lo sé mi amor, pero es que me gusta ver los helados -reí.
-Justin: Vale, cariño, que rara eres -me besó.
-Yo: ¿Y tiene algo de malo?
-Justin: Nada -sonrió- nada de nada.

Entramos y esperamos a que nos tocará pedir mientras Justin no hacía más que darme caricias, besos y abrazos.

-Yo: Justin, hay paparazzi.
-Justin: ¿Y qué? Tú eres mía, si ellos tienen envidia, no es mi culpa.
-Yo: ¿Envidia? -reí.
-Justin: Sí, envidia porque te tengo a ti.
-Yo: ¿Crees que tienen envidia de que yo esté contigo?

-Justin: Obvio. Sino, ¿por qué crees que nos sacan fotos?

-Yo: Ah, no sé, para publicarlas, ¿tal vez?
-Justin: No, eso es lo que ellos nos hacen pensar, pero, ellos se guardan esas fotos en sus casas, ellos nos investigan.
-Yo: Eso es espionaje, creo que es ilegal.
-Justin: Ilegal es ser tan guapa como tú eres -me sonrojé.
-Yo: ¿Por qué cambias de tema tan repentinamente? -reí.
-Justin: Porque me gusta el helado de chocolate -ambos reímos ante su estúpida respuesta.

Justin pasó su brazo por mi cintura y me acercó a él, después me besó.

-Heladera: Buenos días, ¿qué desean?
-Yo: Yo quiero una limonada pequeña, ¿y tú, Justin?
-Justin: Yo una horchata grande.
-Heladera: Vale, esperen un momento -se fue a coger la limonada y la horchata- Aquí tienen, son siete dólares.

Le pagamos y nos fuimos a la terraza. Nos sentamos en la mesa de la esquina desde donde se veía todo el mar. El agua estaba azul brillante, aunque, el Sol ya estaba escondiéndose y dando paso a la Luna, aún había gente bañándose. La orilla estaba repleta de niños pequeños haciendo castillos de arena, jugando con otros niños...
Nos tomamos las bebidas y estuvimos bastante rato ahí sentados sin hacer nada, simplemente mirando el paisaje y de vez en cuando, mirándonos entre nosotros.

-Justin: Voy al baño y nos vamos, espérame.
-Yo: Vale, ¿adónde me voy a ir? -reí mientras que Justin se alejaba entrando en el local para ir al baño.

Treinta minutos. Sí, había pasado media hora desde que Justin fue al baño. Era imposible que llevara todo ese rato ahí metido, además no había cola, así que, una de dos, o se había perdido, o se había caído al váter.

-Yo: Perdone, ¿ha visto al chico que venía conmigo?
-Heladera: Sí, se fue hace un rato.
-Yo: ¿Qué se fue?
-Heladera: Sí, hará como media hora.
-Yo: Vale, eh... gracias.

Salí y me fui a mi casa. Estaba enfadada, Vale, tal vez tuviera prisa, pero podría haberse despedido o enviarme un simple mensaje. Cogí el móvil y escribí:

<<¿Por qué te has ido? Laura>>

Lo envié y a los pocos segundos había recibido una respuesta.

<<Para prepararte algo, te quiero. Justin>>
<<¿El qué?>>
<<Sorpresa>>

Llegué a mi casa y vi a un hombre vestido muy elegante con una maleta al lado de un coche.

-Hombre: ¿Laura?
-Yo: Sí, ¿y tú eres...?
-Hombre: Soy Max, vengo de parte de Justin. Acompáñeme.
-Yo: Pero... mis padres...
-Max: No te preocupes, está todo hablado.

Me subí en el coche no muy segura ni de por qué lo había hecho, ya que, no tenía pruebas de que ese hombre conociera a Justin.
Max encendió la radio y, al menos, pude escuchar música por lo que el trayecto no fue del todo aburrido.

-Max: Ya llegamos.


Bajamos del coche y estábamos en una casa frente a la playa. No había nada más alrededor, ni más casas, ni más gente, ni más nada. Max me dio la maleta.

-Max: Tome, aquí tiene ropa suya. -Yo: Gracias -cogí la maleta y me despedí de Max que se montó en el coche y se fue por donde habíamos llegado.

Me acerqué a la casa y llamé al timbre. En menos de un minuto Justin abrió la puerta. Cuando pasé, cerró la puerta, me quitó la maleta, la soltó y me besó con pasión.

-Yo: Tranquilo tigre -reí.
-Justin: Te amo -me volvió a besar.

Justin cogió mi maleta y la subió arriba, yo le seguí. Entró a una habitación y dejó la maleta ahí. La habitación era bastante grande y espaciosa, tenía una cama de matrimonio en el centro, una lámpara muy grande colgando del techo, una mesita de noche blanca a cada lado de la cama, una alfombra que ocupaba casi todo el suelo. También tenía un baño. El baño estaba decorado con tonos azules, era bastante amplio y estaba equipado con una bañera, un lavabo, un inodoro, y un jacuzzi. Sí, habéis leído bien. Un jacuzzi. Como en las películas, de esos que echan burbujas. Miré a Justin. Él simplemente sonrió.



-Yo: Sin palabras.
-Justin: Vamos a pasar aquí todo el fin de semana, y si quieres, podemos quedarnos más tiempo, como quieras -me abrazó por la espalda.
-Yo: Me da igual, siempre y cuando, esté contigo -me giré y lo besé.
-Justin: Claro, tú conmigo y yo contigo -sonrió.

Nos dimos la mano y bajamos. Justin cogió una chaqueta y salimos a pasear.


-Justin: ¿Paseamos por la playa? -cerró la puerta.
-Yo: Sí -sonreí.

Fuimos a la orilla y empezamos a caminar. Me solté de Justin y me quité los zapatos.

-Justin: ¿Qué haces?
-Yo: Voy a probar el agua.

Me acerqué a la orilla y dejé que el agua mojara mis pies hasta los tobillos. Cerré los ojos y respiré profundamente ese aire que olía a verano, a mar. Noté como Justin me abrazaba por detrás y apoyaba su cabeza en mi hombro y me besó el cuello.

-Yo: Me voy a bañar.
-Justin: ¿Qué?
-Yo: No eres sordo, me oíste perfectamente.

Me quité los pantalones y después la camiseta, quedándome en ropa interior.

-Yo: ¿Vienes?

Justin tenía la mirada en cualquier parte de mi cuerpo menos en mi cara. Le cogí por la barbilla y le levanté la cara.

-Yo: ¿Me piensas mirar a los ojos? -reí.
-Justin: Sí, claro, como si fuera tan fácil.

Justin se quitó la camisa y los pantalones y se quedó en boxers. Sonreí y me mordí el labio.

-Yo: Tío bueno -sonreí.
-Justin: Tía buena -me cogió en brazos y salió corriendo hacia el agua. Uno vez que estuvimos dentro, Justin me soltó.

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